Tras un mes refugiado en los intramuros de mi mente, ayer fui al Capri. Necesitaba, la verdad sea dicha, una inyección de diálogo callejero. Una inyección de energía que encendiera, de una vez por todas, el apagón de mis bombillas. A dos taburetes del mío, estaba Martina, la mujer de Jacinto. En nuestros tiempos adolescentes, […]
↧